Gabriela Valenzuela-Hirsch es una presencia transformadora en un momento crucial de la historia de Tamarindo.
Su primer encuentro con Tamarindo tuvo lugar a los 14 años, durante una excursión escolar. Se trataba de una expedición para representar una obra de teatro y un coro de poesía en el Rancho del Hotel Diriá, que en aquella época era la única instalación pública que acogía a los numerosos residentes de la región costera. El viaje de San José a Tamarindo era una aventura en sí misma: cruzar el río Tempisque en balsa, con enormes neumáticos de remolque que proporcionaban flotabilidad, mientras que los carruajes tirados por caballos se encargaban de la propulsión. El viaje de más de 16 horas culminó con una ardiente puesta de sol en una extensa playa de arena blanca, rodeada por un manglar que antaño se entrelazaba en la entrada del pueblo, ahora perdido por la marea del desarrollo.
El viaje de Gabriela continuó tras graduarse en un instituto de bachillerato artístico. Consiguió una beca concedida por el Rey de España que le permitió cursar estudios de Arte Dramático en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. Posteriormente, su búsqueda del conocimiento la llevó a París y Bruselas, donde se adentró estudiando filosofía y letras con énfasis en periodismo. Su odisea periodística continuó en Milán, como periodista novel del grupo Mondadori, y finalmente la llevó a Nueva York como corresponsal de alta costura. Fue en el corazón de esta vibrante ciudad donde se cruzó con su futuro marido, Jerry Hirsch, propietario de la emblemática marca Go Silk. Juntos, junto con el “Dream Team”, catapultaron a Go Silk a los escalones de las marcas de moda de renombre durante los años 80 y 90. Los recuerdos de esa marca perduran en nuestra conciencia colectiva, personificados en la icónica imagen de Michael Jackson, con su camisa blanca ondeando al viento, una creación de Go Silk.
Gabriela, ¿por qué, después de recorrer el mundo de la moda y relacionarse con la élite internacional, decidió echar raíces en Tamarindo?
En los días previos a nuestra boda, mi marido me presentó un acuerdo prenupcial, no por motivos económicos, sino para expresar su deseo de jubilarse a los 40 y pasar el resto de sus días haciendo surf. Le confesé con franqueza que el encanto remoto de Hawái, aunque cautivador, no podía tentarme a renunciar a lo familiar. Le dije: “Ve, explora, recorre Costa Rica, pero encuentra una ola que resuene en tu alma”. En 1987, adquirimos tres lotes en Playa Langosta: uno que alberga nuestra propiedad, flanqueado por los otros dos.
Ha sido una activista comunitaria, vicepresidenta de la Asociación Pro Mejoras durante una década, y una ferviente colaboradora de las industrias del cine, la moda y el diseño.
¿Podría compartir sus impresiones sobre la transición del mundo de la jet-set a la tranquila sencillez de Playa Langosta?
Aquí, las comodidades como supermercados, farmacias y hospitales brillaban por su ausencia. Para conseguir verduras, teníamos que embarcarnos en viajes a Santa Cruz, coloquialmente conocidos como “Ir a derretir chancletas”, reflejo del sofocante calor de la región. En mis primeros días, yo era la última parada del camión de verduras, y recuerdo vívidamente los repollos que rodaban con cada frenada, destinados a ser nuestra próxima y única comida.
Con el tiempo, aprendí que la felicidad no dependía del lujo, sino de la armonía con la naturaleza, de abrazar la sencillez y la comodidad que ofrece la vida.
Gabriela también compartió una intrigante anécdota heredada de su madre, que a los 16 años durante la segunda guerra mundial acompañó a Tamarindo a su prima recién casada y al marido de ésta, un joven bombero de San José. Su misión consistía en dar la bienvenida a las tropas americanas destinadas a establecer un campamento en la playa, compuesto por cabañas de lona verde. Estas tropas vigilaban los barcos alemanes que transportaban suministros a la India y Sudamérica. Sorprendentemente, uno de estos barcos de suministros permanece sumergido frente a Playa Langosta.
Es evidente que siente un profundo afecto por este lugar.
Sin embargo, ¿cree que hay personas que no comparten este sentimiento y están llevando a Tamarindo por caminos equivocados?
Mi punto de vista puede sonar crítico o superior, pero simplemente se deriva de ver Tamarindo como un producto comercial, que exige una evaluación en profundidad de su potencial. Aquí, diversos inversionistas, cada uno con antecedentes únicos, capacidades financieras y estilos individualistas, a menudo buscan importar e imponer su visión en nuestra región sin evaluar adecuadamente los activos de Tamarindo, sus atracciones, infraestructura y recursos humanos. Cualquier proyecto en nuestra comarca debe alinearse con una filosofía compartida, que garantice la máxima calidad del producto. Por ejemplo, hay un nuevo boutique hotel, con una idea de tendencia para servir a una clase de viajeros en especifico, enfatizando la sustentabilidad y la concienciación. El hotel es hermoso, el lugar precioso, la comida divina. La falla monumental es que en cada esquina del pueblo hay vallas gigantescas que promocionan este hotel, no hace falta bombardear el pueblo con contaminación visual si ya de por sí la gente que viene al hotel vienen por la única razón de que el mismo es el único que abastece ese estilo de vida.
Tamarindo, siempre lo he dicho, es como una mujer hermosa con un vestido en andrajos. Funciona bajo directrices desorganizadas, con intereses individuales a menudo priorizados sobre el bienestar colectivo y la prosperidad del destino.
Esta fragmentación es palpable, y el pueblo se asemeja más a un bloque urbano desordenado y contaminado que a un destino de playa que ofrezca experiencias turísticas de primera inolvidables.
Usted fue vicepresidenta de la Asociación ProMejoras durante una década. ¿Podría explicarnos que era ProMejoras y en qué consistió este cargo?
ProMejoras fue concebida para inculcar un desarrollo estructurado, incorporando normas de planificación integral, creando inventarios de espacios públicos y zonas verdes y comprendiendo el plan regulador costero. Fomentó acuerdos con el ayuntamiento, agilizando la recogida de basuras, y orquestó la gestión del agua con la Asada y el AyA para garantizar un suministro fiable, desvinculado de los inversores que cobraban tarifas superiores a la media.
Mi hermano mayor desempeñó un papel fundamental en la elaboración de políticas de apoyo a la creación de parques nacionales. Fue un visionario que colaboró con figuras como don Gastón Kogan diseñando las primeras casas y barriadas para los proyectos de vivienda social del IMAS. También trabajó con Doña Estrella Carazo para establecer la red de parques infantiles en Costa Rica.
En esencia, ProMejoras nació de una reunión comunitaria en la que participaron Helen Acosta, Chris Spilbury, Rick McSherry y otros residentes pioneros de Tamarindo. Mi hermano interrumpió durante la reunión, esgrimiendo su experiencia gubernamental, defendió la necesidad de esta asociación para contrarrestar el caos creciente en la zona. Así se creó Pro Mejoras bajo la tutela de un grupo dedicado, que formalizó diligentemente la legalidad de la asociación.
Algunos han afirmado que ProMejoras estuvo marcada por conflictos con el ayuntamiento y las autoridades. ¿Podría aclararlo?
ProMejoras consiguió logros importantes, al poner orden marcando pautas en la región que a muchos no les convenían, freno de manera fuerte el goteo de la corrupción. Definió parámetros para toda la región costera del cantón de Santa Cruz, sentando las bases para que otras comunidades aprendieran de las experiencias buenas y malas de Tamarindo, siendo el primer destino turístico de Guanacaste. Frente a la desenfrenada compra de terrenos y construcciones sin permiso, Pro Mejoras intervino de muchas maneras, desde impedir que se siguieran instalando tuberías de 24″ para verter al mar aguas residuales sin tratar, hasta recuperar y construir la rotonda adoquinada en el centro.
Rescatar, catalogar y entregar formalmente al municipio zonas públicas y alamedas ya catastradas. Se examinó y mejoró el lenguaje jurídico del plan regulador costero, impidiendo que promotores sin escrúpulos pudieran explotar lagunas legales.
Pro Mejoras persiguió una moratoria sobre las urbanizaciones de alta densidad, que finalmente desembocó en un caso en la Sala IV. Aunque esta victoria duró poco, ya que el mercado se desplomó debido a la recesión financiera mundial, algunos inversores reconocieron más tarde la previsión de la asociación.
¿Qué opina del proyecto de la planta de tratamiento que intentó crear ProMejoras?
El objetivo del proyecto era construir una depuradora de aguas residuales detrás del aeropuerto de Tamarindo, a imagen y semejanza de un sistema empleado en el valle de Napa. Este innovador sistema utilizaba lagunas, creando ecosistemas naturales que sustentan la vida salvaje. El proyecto se inició bajo la dirección de Griet DePypere, presidenta de ProMejoras, que forjó alianzas con el Banco Nacional, la Oficina de la Presidencia y una organización comunitaria europea interesada en iniciativas verdes.
Como vicepresidente en aquel momento, mi papel consistió en persuadir al Gobierno para que apoyara nuestra causa. Se formó la Comisión Inter-institucional para Salvar Tamarindo, integrada por ministros de Turismo y Salud, Ministro de Seguridad y la DEA. La ministra de Salud documentó meticulosamente las fuentes de contaminación por aguas residuales de los barrios y las que afectaban directamente al mar. Simultáneamente, el ministro Benavidez revisó el lenguaje jurídico del plan regulador costero de Tamarindo, eliminando ambigüedades que los promotores sin escrúpulos podían explotar. Y comisionando un nuevo plan regulador para el distrito entero de Tamarindo.
Estuvimos a punto de firmar un acuerdo en la Casa Presidencial, al que asistieron todos los ministros y el director ejecutivo de Pro Mejoras. Sin embargo, dos empresarios locales de Tamarindo irrumpieron declarando nuestra incompetencia. Esto interrumpió los procedimientos y nos fuimos con las manos vacías, perdiendo la oportunidad de establecer la planta de tratamiento de aguas residuales de Tamarindo.
¿Qué habría hecho de otra manera?
En retrospectiva, podría haber sido más conciliadora. Sin embargo, ningún líder se lamenta de sus decisiones. Winston Churchill dijo acertadamente: “El éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Es inherente a mí equilibrar el bienestar de las personas con las consideraciones económicas. A caballo sobre una delgada línea, subrayo el valor intrínseco de la cooperación humana, anclando mis proyectos en las interacciones humanas. Quienes me consideran inquebrantable no acaban de comprender mi carácter.
¿Tiene una perspectiva que dictamine el estado actual de Tamarindo?
Tamarindo es un producto extraordinario, dotado de una naturaleza prístina y una ubicación central en una región servida por un aeropuerto internacional a sólo hora y media de distancia.
Sin embargo, la prosperidad de Tamarindo depende de que se reconozca su potencial desaprovechado y se lleven a cabo cambios ambiciosos. Varios comerciantes deben colaborar para trazar un nuevo rumbo; de lo contrario, esta ciudad puede tambalearse. Destinos como Nosara y Santa Teresa están absorbiendo el principal turismo del país. Tamarindo aún tiene la oportunidad de invertir esta tendencia, pero solo si trabajamos colectivamente hacia un objetivo bien definido.
¿Qué medidas inmediatas tomaría para salvar Tamarindo?
En primera instancia persuadir al ADIT de acercarse al despacho de presidencia y formar de nuevo una comisión inter-institucional.
Luego propongo formar un comité de estética que elabore un plan para las distintas zonas comerciales de Tamarindo. A partir de ahí, podemos iniciar el camino del rediseño y el perfeccionamiento. Es un trabajo arduo de evaluación de cada una de las cosas que se interponen a la fluidez de un destino turístico de primera.
Creo firmemente que podemos lograr este objetivo si nos unimos, dejamos a un lado nuestros egos, y nuestras ideas limitantes y nos “embarcamos juntos” trabajando diligentemente para mejorar nuestro “hogar”. Tamarindo es donde experimentamos el potencial económico, construimos nuestras vidas y encontramos el disfrute. Para mantener su encanto y vitalidad, debemos abordar esta tarea con un entusiasmo inquebrantable. Tenemos una gran cantidad de talento e ideas innovadoras entre nuestra población joven, todo lo que se necesita es el establecimiento de este comité y un compromiso colectivo con la tarea que tenemos entre manos.
FIN.
CASO PARTE…
- Vista favorita del atardecer: Playa Langosta.
- Comida sin la que no puedes vivir: Loster Rolls en el local de Arnó en Tamarindo Via Condotti.
- Deporte: Bailar desenfrenada “disco music” en la sala de mi casa.
- Bebida: Un “Pepino Volador” virgen en Bamboo Sushi.
- La tienda más cool que tiene ropa que te gusta: Bagus.
- Postre: Helado sabor tarta de limón en Pan de Azúcar.
- Hobbies: Cocinar para mis amigos como si fuera una obra teatral
- Actividad divertida: Paseos por la playa recogiendo palos de madera.
- Algo sin lo que puedes vivir: Abrazos y lápices mongol #8.
- Sueño: Que Tamarindo se convirtiera en la primera comunidad costera de Costa Rica regida por una economía circular, donde el bienestar de todos los seres vivientes, apuntan hacia un futuro que pueda satisfacer las necesidades de cada persona, mientras salvaguarda el medio natural de el que todos dependemos.
- Trabajo sin fines de lucro: CEPIA COSTA RICA y EL TAMARINDO INTERNACIONAL SURF FILM FESTIVAL.
- Locales favoritos: Minor el escultor y Denis de Pipa Man.
Gabriela Valenzuela-Hirsch is a transformative presence at a crucial moment in Tamarindo’s history.
Her first encounter with Tamarindo took place at the age of 14 during a school trip.
It was an expedition to perform a play and a poetry choir at the Diriá Hotel Ranch, which at that time was the only public facility accommodating the numerous residents of the coastal region. The journey from San Jose to Tamarindo was an adventure in itself: crossing the Tempisque River on a raft with large trailer tires providing buoyancy, while horse-drawn carriages provided propulsion. The journey of over 16 hours culminated in a blazing sunset on a vast white sandy beach, surrounded by mangroves that once intertwined at the entrance to the town, now lost to the tide of development.
Gabriela’s journey continued after graduating from an artistic high school. She received a scholarship from the King of Spain, which allowed her to study Dramatic Arts at the Royal School of Dramatic Art in Madrid. Later, her quest for knowledge took her to Paris and Brussels, where she delved into philosophy and literature with an emphasis on journalism. Her journalistic odyssey continued in Milan as a novice journalist for the Mondadori Group, and eventually led her to New York as a high fashion correspondent. It was in the heart of this vibrant city that she crossed paths with her future husband, Jerry Hirsch, owner of the iconic fashion brand Go Silk. Together, along with the “DreamTeam,” they catapulted Go Silk to the ranks of renowned fashion brands during the 1980s and 1990s. Memories of that brand linger in our collective consciousness, personified in the iconic image of Michael Jackson, with his white shirt billowing in the wind, a creation of Go Silk.
Gabriela, why, after traversing the world of the jet-set and mingling with the international elite, did you decide to put down roots in Tamarindo?
In the days leading up to our wedding, my husband presented me with a prenuptial agreement, not for financial reasons, but to express his desire to retire at 40 and spend the rest of his days surfing. I honestly confessed that the remote charm of Hawaii, while captivating, could not tempt me away from what was familiar.
I told him, “Go, explore, travel through Costa Rica, but find a wave that resonates in your heart.” In 1987, we acquired three plots in Playa Langosta: one that houses our property, flanked by the other two.
She has been a community activist, vice president of the ProMejoras Association for a decade, and a fervent collaborator in the film, fashion, and design industries.
Could you share your impressions of transitioning from the world of the jet-set to the quiet simplicity of Playa Langosta?
Here, conveniences like supermarkets, pharmacies, and hospitals were conspicuously absent. To get vegetables, we had to embark on trips to Santa Cruz, colloquially known as “Going to melt flip-flops,” reflecting the region’s sweltering heat.
In my early days, I was the last stop for the vegetable truck, and I vividly remember the cabbages rolling with every brake, destined to be our next and only meal.
Over time, I learned that happiness didn’t depend on luxury but on harmony with nature, embracing the simplicity and comfort that life offers.
Gabriela also shared an intriguing anecdote inherited from her mother, who at 16 years old during World War II accompanied her newlywed cousin and her cousin’s husband, a young firefighter from San Jose, to Tamarindo. His mission was to welcome the American troops destined to establish a camp on the beach, composed of green canvas tents. These troops monitored the German ships transporting supplies to India and South America. Surprisingly, one of these supply ships remains submerged off Playa Langosta.
It’s clear that you have a deep affection for this place. However, do you believe that there are people who do not share this sentiment and are leading Tamarindo down the wrong path?
My viewpoint may sound critical or superior, but it simply stems from seeing Tamarindo as a commercial product, demanding an in-depth evaluation of its potential. Here, diverse investors, each with unique backgrounds, financial capabilities, and individualistic styles, often seek to import and impose their vision on our region without properly assessing Tamarindo’s assets, attractions, infrastructure, and human resources. Any project in our region must align with a shared philosophy, ensuring the highest quality of the product. For example, there is a new boutique hotel, with a trendy concept to serve a specific type of traveler, emphasizing sustainability and awareness. The hotel is beautiful, the location lovely, the food divine. The monumental flaw is that on every street corner in the town, there are gigantic billboards promoting this hotel. There’s no need to bombard the town with visual pollution if the people who come to the hotel are already coming for the sole reason that it is the only one catering to that lifestyle.
Tamarindo, as I’ve always said, is like a beautiful woman in tattered clothing.
It operates under disorganized guidelines, with individual interests often prioritized over the collective well-being and prosperity of the destination. This fragmentation is palpable, and the town resembles more of a disordered and polluted urban block than a beach destination offering unforgettable tourist experiences.
You were the vice president of the ProMejoras Association for a decade.
Could you explain what ProMejoras was and what this role entailed?
My job description was “Visionary with a fire extinguisher” (laughs)
ProMejoras was conceived to instill structured development, incorporating comprehensive planning standards, creating inventories of public spaces and green areas, and understanding the coastal regulatory plan. It fostered agreements with the municipality, streamlining garbage collection, and orchestrated water management with Asada and AyA to ensure a reliable supply, detached from investors charging above-average fees.
My older brother played a pivotal role in crafting policies to support the creation of national parks. He was a visionary who collaborated with figures like Mr. Gastón Kogan in designing the first houses and neighborhoods for social housing projects under IMAS. He also worked with Mrs. Estrella Carazo to establish the network of playgrounds in Costa Rica.
In essence, ProMejoras was born out of a community meeting attended by Helen Acosta, Chris McSherry, and other pioneering residents of Tamarindo. During the meeting, my brother, drawing on his governmental experience, argued for the need for this association to counteract the growing chaos in the area. This led to the creation of ProMejoras under the guidance of a dedicated group that diligently formalized the association’s legality.
Some have claimed that ProMejoras was marked by conflicts with the municipality and authorities. Could you clarify this?
ProMejoras achieved significant accomplishments by setting guidelines in the region that were not convenient for many, staunchly fighting against corruption.
It defined parameters for the entire coastal region of the Santa Cruz canton, laying the groundwork for other communities to learn from both the good and bad experiences of Tamarindo, as it became the top tourist destination in Guanacaste. Faced with uncontrolled land purchases and unauthorized constructions, ProMejoras intervened in many ways, from preventing the installation of 24” pipes for discharging untreated sewage into the sea to reclaiming and building the paved roundabout in the town center.
Rescuing, cataloging, and formally delivering public areas and avenues that were already surveyed. The legal language of the coastal regulatory plan was examined and improved, preventing unscrupulous developers from exploiting legal loopholes.
ProMejoras pursued a moratorium on high-density urbanizations, which ultimately resulted in a case in the Sala IV. Although this victory was short-lived, as the market collapsed due to the global financial recession, some investors later acknowledged the association’s foresight.
What is your opinion of the wastewater treatment plant project that ProMejoras tried to create?
It was a great idea! The goal of the project was to build a wastewater treatment plant behind the Tamarindo airport, similar to a system used in the Napa Valley. This innovative system used lagoons, creating natural ecosystems that support wildlife.
The project began under the leadership of Griet DePypere, president of ProMejoras, who formed alliances with Banco Nacional, the Office of the President, and a European community organization interested in green initiatives.
As vice president at the time, my role was to persuade the government to support our cause. The Inter-Institutional Commission to Save Tamarindo was formed, composed of ministers of Tourism and Health, the Minister of Security, and the DEA. The Minister of Health meticulously documented the sources of sewage contamination in the neighborhoods and those directly affecting the sea. Simultaneously, Minister Benavidez reviewed the legal language of the coastal regulatory plan for Tamarindo, eliminating ambiguities that unscrupulous promoters could exploit. Also commission the regulatory plan for the District of Tamarindo.
We were on the verge of signing an agreement at the Presidential Palace, attended by all the ministers and ProMejoras’ executive director. However, two local entrepreneurs from Tamarindo burst in, declaring our incompetence. This disrupted the proceedings, and we left empty-handed, missing the opportunity to establish the Tamarindo wastewater treatment plant.
What would you have done differently?
In hindsight, I could have been more conciliatory. However, no leader regrets their decisions. Winston Churchill rightly said, “Success consists of going from failure to failure without losing enthusiasm.” It’s inherent in me to balance people’s well-being with economic considerations. Straddling a thin line, I emphasize the intrinsic value of human cooperation, anchoring my projects in human interactions. Those who consider me unyielding don’t quite grasp my character.
Do you have a perspective that assesses Tamarindo’s current state?
Tamarindo is an extraordinary product, blessed with pristine nature and a central location in a region served by an international airport just an hour and a half away.
However, Tamarindo’s prosperity depends on recognizing its untapped potential and making ambitious changes. Several businesses must collaborate to chart a new course; otherwise, this town could falter. Destinations like Nosara and Santa Teresa are absorbing the country’s main tourism. Tamarindo still has the opportunity to reverse this trend, but only if we work collectively toward a well-defined goal.
What immediate measures would you take to save Tamarindo?
Firstly, I would persuade ADIT to approach the presidential office and reestablish an inter-institutional commission.
Then, I propose forming an aesthetics committee to develop a plan for the various commercial areas of Tamarindo. From there, we can begin the path of redesign and refinement. It’s a laborious task of evaluating each of the factors hindering the flow of a top-notch tourist destination.
I firmly believe we can achieve this goal if we unite, set aside our egos and limiting ideas, and “embark together” diligently working to improve our “home.” Tamarindo is where we experience economic potential, build our lives, and find enjoyment.
To maintain its charm and vitality, we must approach this task with unwavering enthusiasm. We have a wealth of talent and innovative ideas among our young population; all that’s needed is the establishment of this committee and collective commitment to the task at hand.
END.
CASE PART…
- Favorite sunset view: Playa Langosta.
- Food you can’t live without: Lobster Rolls at Arnó’s place on Tamarindo Via Condotti.
- Sport: Dancing wildly to “disco music” in my living room.
- Drink: A virgin “Flying Cucumber” at Bamboo Sushi.
- Coolest store with clothes you like: Bagus.
- Dessert: Lemon pie ice cream flavor at Pan de Azúcar.
- Hobbies: Cooking for my friends as if it were a theatrical performance.
- Fun activity: Strolling on the beach, collecting pieces of driftwood.
- Something you can’t live without: Hugs and Mongol #8 pencils.
- Dream: That Tamarindo becomes the first coastal community in Costa Rica governed by a circular economy, where the well-being of all living beings points toward a future that can satisfy each person’s needs while safeguarding the natural environment on which we all depend.
- Non-profit work: CEPIA COSTA RICA and THE TAMARINDO INTERNATIONAL SURF FILM FESTIVAL.
. Favorite locals: Minor el escultor and Denis the Pipa Guy.
Note: What was ProMejoras:
ProMejoras was the first legal community association of Tamarindo.