Agua para el desarrollo
Por Mauro Camera
Quienes residimos en Guanacaste experimentamos de primera mano lo que significa vivir en una zona alejada de la mira del gobierno central, en un paraíso con gran presente y mejor futuro, pero con una enorme tarea pendiente en temas de infraestructura que permita brindar una mejor calidad de vida a todos los habitantes de la región.
Año con año escuchamos y leemos como, cada 25 de julio (la fecha patria de Guanacaste, cuando se celebra la Anexión del partido de Nicoya), los presidentes llegan a proponer obras para la provincia. Este año, la promesa estuvo enfocada en el tema del agua, con el relanzamiento -por parte del presidente Rodrigo Chaves- del Proyecto de Abastecimiento de Agua para la Cuenca Media del Río Tempisque y Comunidades Costeras (Paacume), renombrado ahora como “Agua para la Bajura”.
Si bien se trata de una mega obra para celebrar, sabemos que la provincia experimentará sus beneficios en más de cinco años como mínimo. Mientras tanto, la provisión de agua potable y el saneamiento de aguas residuales son urgencias con las que convivimos cada día.
No es necesario ser un experto para conocer las carencias que Tamarindo y sus alrededores experimentan en el tema de agua y saneamiento. Quien esté en el proceso de construir sabe que las cartas de disponibilidad de agua son un bien escaso y que el temor a los cortes de suministro aumenta en forma directamente proporcional a la certeza de la sequía, que llega por el fenómeno de El Niño (más temperatura y menos lluvias).
Con solo caminar por Tamarindo y otras zonas costeras pobladas nos damos cuenta de que el saneamiento de aguas residuales es una deuda pendiente; una deuda que en gran parte cubre la propia comunidad con el aporte que comerciantes, hoteleros, desarrolladores y cada habitante que opera o construye en la zona realiza al resolver el problema según la reglamentación (y en ocasiones más allá).
Según datos publicados por el gobierno de Costa Rica en 2019, el 70% de la población del país utilizaba tanques sépticos, mientras la cobertura de población con alcantarillado sanitario con tratamiento de aguas residuales era de un 15% y un 13,4% utilizaba alcantarillado sin tratamiento. Según datos del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), mientras en todo el país 4,6 millones de personas tienen agua potable en sus hogares (92,4% y una de las coberturas más altas de América Latina) solo 750.000 personas cuentan con saneamiento seguro (15%).
De esta forma, un gran volumen de aguas residuales se descarga directamente en ríos, quebradas y mares. Especialmente quienes vivimos en las costas podemos reconocer el problema, podemos verlo y también podemos olerlo.
En esta edición de The Tamarindo News presentamos un artículo que detalla la situación de los proyectos que podrían resolver la problemática del agua potable. Nos preocupa muchísimo la descripción que hacen los responsables de las asadas y la tarea pendiente por parte del AyA y el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE). Sabemos que en saneamiento la deuda es aún mayor y son temas a los que, sin duda, daremos seguimiento.
En el 2015 los líderes mundiales se comprometieron a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la meta número 6 indica que para 2030 se debe “garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”. Hoy, en 2023, estamos transitando la mitad del tiempo disponible para conseguir el objetivo y en Tamarindo, estamos demasiado lejos de alcanzarlo.